Hay días en los que la vida parece una gran tienda, repleta de cosas llenas de belleza, con un denominador común: Todas están protegidas por un cristal, todo extá expuesto en un enorme escaparate, y la vista es el único sentido capaz de disfrutar de ellas.
La vida es demasiado corta y demasiado breve como para que desfile delante de los ojos, y se vaya como un tren sólo de ida.
Asi que va siendo hora de coger un ladrillo.